Hace unos días leo en LinkedIn una publicación de Ikea que dice así
“En IKEA queremos conocer de primera mano cómo viven los españoles en sus hogares, cuáles son sus necesidades, sueños y frustraciones, y cómo están afrontando la crisis económica.
Para ello queremos visitar 500 hogares con el objetivo de obtener información que nos permita reflejar en nuestras tiendas la realidad social de los hogares en España”.
No sé qué harán con esa información.
Tampoco sé si mandarán a las personas adecuadas para realizar esa prospección.
Ni siquiera si habrán trabajado bien las técnicas de extracción eficaz de información.
Vamos, que no tengo ni idea de si les va a servir para algo.
Lo que sí tengo claro es que esto supone un paso de gigante para ellos y casi para cualquier empresa.
Es ir a buscar la información que necesitas directamente a la fuente.
Es una aplicación directa del “Gemba Walk” pero aplicado al conocimiento del cliente.
Esto mismo lo trabajé con Mapfre en 2019.
Estábamos desarrollando una nueva aplicación de cotización de seguros.
Les invité a pasar algún día al lado de un agente observando cómo utilizaba la aplicación actual y de qué manera podía comenzar a convivir con la versión nueva.
¿En qué aspectos le está ayudando realmente la nueva solución?
¿Está reduciendo el tiempo de cotización y de venta de una nueva póliza?
¿Está consiguiendo un mayor ratio de conversión?
¿Quiere empezar una cotización en la aplicación nueva y cerrar la contratación en la antigua?
¿Qué problemas le genera esta convivencia forzada?
Así que, en la gestión de productos, tienes dos opciones.
Primera.
Ir a la fuente en busca de información de primera mano e incrementar tus probabilidades de éxito.
Segunda.
Seguir haciendo lo mismo que estás haciendo hasta ahora. Sea lo que sea.
Con la segunda opción te quedas más tranquilo en tu silla. Y esa tranquilidad no te la quita nadie.
Con la primera incrementas con mucho la rentabilidad de tu producto. Puedes detectar mucho antes si estás tomando el camino equivocado.
Sé de un banco que tomó la decisión de virar hacia la agilidad cuando, habiendo invertido 1 millón de euros, vio que podía dejar de perder otros 9 en un proyecto sin futuro.
Ahora, puedes convertir Agile en una tortura para ti, para tu gente y para tu empresa, o utilizarlo como una palanca real para maximizar las probabilidades de éxito en tus objetivos empresariales.